22/8/08


Título
“El Silencio”

Autor
Horacio Verbitsky

Editorial Sudamericana

Año
2006


Síntesis argumental
En el libro “El silencio”, el periodista Horacio Verbitsky lleva adelante el relato de la profunda división existente hacia adentro de la Iglesia Católica durante gran parte del siglo XX en Argentina; y particularmente su incidencia en ciertos hechos de la dictadura militar de 1976.
A través de dicha narración detalla el conocimiento y connivencia del secretario del Vicariato General castrense, el cardenal Emilio Teodoro Graselli con los acontecimientos que tenían lugar en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante el gobierno de facto.
El libro comienza con la descripción del traslado de dos grupos de detenidos de la ESMA a una isla del Tigre denominada “El Silencio” en septiembre de 1979. Dicha traslación se debió a la necesidad del gobierno militar de invitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por presión del presidente de los Estados Unidos James Carter, para desmentir los rumores existentes acerca de detenciones, desapariciones y torturas bajo el mandato de la Cúpula Militar.
Luego de esta introducción, el autor narra la experiencia de Graciela Beatriz Daleo, una militante montonera detenida y secuestrada en el Centro Clandestino de Detención que funcionaba en la ESMA.
A través de su historia puede verse reflejado el programa de “reeducación” que pusieron en marcha los militares en 1977 para evitar asesinar a todos los detenidos. Este proceso incluía visitas psicológicas y sociológicas para intentar, en palabras del capitán de fragata Jorge alias el Tigre Acosta: “convertirlos en agentes de inteligencia propios que contribuyeran a terminar rápidamente la confrontación”.
Así mismo, el testimonio de Daleo revela la participación de monseñor Graselli junto a los miembros del grupo de tareas de la ESMA en la reeducación de los secuestrados. El paso final de dicho proceso era la devolución de las víctimas a la sociedad, en la mayoría de los casos mediante su viaje y radicación en el exterior. Emilio Graselli era quién tramitaba las visas de los “recuperados” para que éstos pudieran viajar.
Luego de estos tres capítulos, Verbitsky relata, a grandes rasgos, la vida de Graselli: cómo decidió convertirse en cura y cómo llegó a ocupar el cargo de secretario del Vicariato General castrense, gracias al favor del, por entonces, arzobispo de Buenos Aires, vicario castrense, primado de la Argentina, profesor doctor Antonio, cardenal Caggiano.
Un capítulo es dedicado a la descripción de la Ciudad Católica, una organización que trajo consigo la “doctrina de la guerra contrarrevolucionaria, la técnica de la tortura y el fundamento dogmático tomista”. Ésta fue creada dentro de las Fuerzas Armadas de Francia como respuesta a la amenaza del comunismo.
Cuando Charles De Gaulle desbarató la organización secreta que integraban los miembros de la Ciudad Católica -la clandestina Organización del Ejército Secreto (OAS por sus siglas en francés)- su capellán, Georges Grasset pactó con el capitán de corbeta Federico Lucas Rousillon la protección del gobierno de la Argentina a cambio de que dictara una serie de conferencias acerca de la lucha “antisubversiva” para los militares de la época. Grasset aceptó ser asesor de ese programa de adoctrinamiento.
Tanto el cardenal Antonio Caggiano como monseñor Emilio Grasselli, compartían las ideas de la Ciudad Católica y, por ende, las técnicas aplicadas por la dictadura de 1976.
Luego se describe la complicidad de la Iglesia con los militares, la cual aprovechaba la excusa de subversión para deshacerse de aquellos eclesiásticos que compartían las ideas de la “teología de la liberación”.
Así narra el secuestro de dos sacerdotes jesuitas, Orlando Yorio y Francisco Jalics, luego de serles prohibido dictar misa por el arzobispo de Buenos Aires Juan Carlos Aramburu y aconsejados por Jorge Mario Bergoglio de que dejaran de alfabetizar en las villas.
En los capítulos siguientes, Verbitsky detalla las situaciones similares que experimentaron varios familiares de secuestrados que iban a consultar a Grasselli en busca de información sobre las víctimas de los grupos de tareas.
El secretario del Vicariato General castrense les pedía los nombres y, al cabo de un tiempo, les informaba acerca del destino de esas personas.
“El silencio” relata los detalles que conocía Grasselli con respecto a las actividades de tortura que tenían lugar en la ESMA.
Finalmente se detalla una práctica de los militares de extorsionar a sus víctimas con las propiedades que éstas poseían, obligándolas a transferirlas a los militares mediante operaciones fraudulentas.
La última de estas operaciones que detalla Verbitsky es la compra de la isla “El silencio” por parte del grupo de tareas de la ESMA utilizando el DNI de uno de sus “reeducados”, Marcelo Camilo Hernández, a monseñor Emilio Teodoro Grasselli.
Ese lugar fue destinado a resguardar a los últimos secuestrados que poseía la ESMA en 1979, para no ensuciar el montaje preparado para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

1 comentario:

Patricio dijo...

hoy compre tres libros, vicio que alguna chica me convido. tras leer la síntesis de "el silencio", me dió ganas de leerlo. si contagiar es la consigna, aprobado es el resultado.

Leandro

www.patricio-leaydifunda.blogspot.com