30/11/08

Busque el título detrás de la puerta


Por Sofía Bartoli De Palma


“Cuando uno se deja corromper por esas ausencias que llamamos recuerdos y hay que remendar con palabras y con imágenes tanto hueco insaciable”
Julio Cortázar


Llegué. Qué alivio. Necesitaba mi tranquilidad. La tranquilidad de saber que estoy a salvo. Aquí lo estoy, eso es seguro, este es un lugar seguro. No hay miedos, no hay vergüenzas, no hay muros que construir. Este es mi muro.
Lo logré. Me fui de ese calvario donde la soledad es una sombra que a veces me atrapa y me sumerge en estos terrenos de sensaciones inexplicables, donde aquí sí quiero estar sola. No entres. No molestes. Nadie puede estar conmigo en este lugar, porque es mio. Cuando quiero compartir, lo hago, te invitaré si es posible, pero no vengas si no te he llamado.
Grito. Nadie reclama por sus oídos. Lloro. Ninguno se acerca a consolarme, y está bien, porque no quiero, cuando quiero dejo caer las lágrimas para que me veas, para que me socorras. Hoy puedo y sé socorrerme más que nadie. Porque estoy aquí.
Escribo. Las letras son mías. No soy egoísta, es mi lugar, es mi momento, acá no tengo miedo. Porque es el miedo el que me trajo. El miedo de no sentirme segura. La seguridad ¿es mi miedo?, no lo sé. Las hojas con garabatos azules intentan explicar esta maraña de pensamientos que no tienen un fin en si mismo, no hay dos hojas que sean continuas. Los pensamientos afloran y así quedan plasmados. Si no hay coherencia es porque mi cabeza no está ordenada. ¿Está mal eso?
Alguien golpea. Pero cómo, si nadie sabe que estoy aquí. No hago ruido, intento engañarlo, temo que esa entrada me desestabilice.
Intriga. ¿Cómo lo supo? Insiste. Quiere entrar. Me cuenta una historia detrás de la puerta. Esa historia la conozco. Me incluye. Apela a llenar mis ausencias con recuerdos, remenda los lugares vacíos con palabras. Eso lo leí en un libro anoche. ¿Cómo lo supo? Lloro, pero esta vez es confuso. Estoy en mi lugar, el llanto sigue siendo mío pero alguien lo escucha. Esa sombra que se trasluce por debajo de la puerta escucha mi llanto, ¿es quien me hace llorar? ¿Abro la puerta? ¿Te dejo entrar? Pero este es mi lugar.
Grito. Me escucha. Lloro, pero no busca socorrerme. Llora conmigo. Escribo. Hay un silencio tibio, que se rompe pero no se perturba con aquellas pinceladas. La puerta aún está cerrada, pero escucho. Sigo aquí. Sigue ahí. Una fuerza inexplicable me obliga a quedarme despierta, atenta, alerta. Estoy en mi lugar sola, pero detrás de esa puerta alguien me acompaña o quiere hacerlo.
No le abro, lo decidí… no lo haré. Dije que este lugar era mío.
Despierto. Estoy del otro lado de la puerta, un suspiro me sorprende, está ahí.
PD:
"Relato con un fondo de agua", Julio Cortázar, es el cuento recomendado... y Morcheeba lo ideal para leer este texto...
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13/11/08

Homero

Por Paola Lemme

Él era una de las cosas más especiales que podían haberme pasado.
Era capaz, como nadie, de despertar en mí una ternura y amor inconmensurables.
Era verlo y desesperar de ganas de abrazarlo, besarlo, sentirlo.
Era esperar cada encuentro con terribles ansias.
Esperar la sorpresa de sus gestos nuevos, de sus palabras nuevas.
Esperar cúanto más de belleza iba a regalarme.
Era verlo sonreir, y pensar en la infinidad de formas posibles de hacer perdurar esa expresión de felicidad, de garantizarle la algería eterna.
Era en mí , tan pequeño, cúmulo de sensaciones enormemente bellas.
Era observarlo, tenerlo, dejarlo, añorarlo. Mirarlo, tenerlo, dejarlo, añorarlo. Mirarl...
Eso, todo, era disfrutar del inmenso placer de amarlo.
Lo es.
Homero.