13/11/08

Homero

Por Paola Lemme

Él era una de las cosas más especiales que podían haberme pasado.
Era capaz, como nadie, de despertar en mí una ternura y amor inconmensurables.
Era verlo y desesperar de ganas de abrazarlo, besarlo, sentirlo.
Era esperar cada encuentro con terribles ansias.
Esperar la sorpresa de sus gestos nuevos, de sus palabras nuevas.
Esperar cúanto más de belleza iba a regalarme.
Era verlo sonreir, y pensar en la infinidad de formas posibles de hacer perdurar esa expresión de felicidad, de garantizarle la algería eterna.
Era en mí , tan pequeño, cúmulo de sensaciones enormemente bellas.
Era observarlo, tenerlo, dejarlo, añorarlo. Mirarlo, tenerlo, dejarlo, añorarlo. Mirarl...
Eso, todo, era disfrutar del inmenso placer de amarlo.
Lo es.
Homero.

No hay comentarios: